jueves, 12 de mayo de 2011

El Pernocta sin sexo



EL PERNOCTA SIN SEXO.
Era la noche de año nuevo de un invierno cruel,
las 3 de la madrugada y yo varado en Queens.
La taberna vacía, yo a la luz de un candil, carruajes
y cocheros todos en redil.
La hora feliz se acababa y mi bolsa menguaba,
torné la mirada a la izquierda, y el monstruo
ahí estaba.
Lucia barba de tres días y arrobas pesaba cientos,
engullía alitas de pollo con hueso y todo no miento.
Contuve un grito, tragué un vómito, pregunte...
 ¿Donde vive usted? –Muy cerca bonito-
Así que me tragué mi orgullo con whisky de doce años,
y rogué a los dioses que la doncella no me hiciera daños.
Ya en su cubil, ofreció asado y coñac,
bajos sus recias pezuñas los suelos hacían crack.
Pero a su regreso sólo encontró al sofá un anexo,
convirtiéndose así en pernocta sin sexo.

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